[Mar Menor] La no-eutrofización, los fosfatos y otros discursos para desviar la atención del sector agrícola

Desde la Fundación Ingenio y el Gobierno Regional se siguen difundiendo informaciones falsas sobre el colapso ecológico de la mayor laguna salada de Europa

La proliferación descontrolada de algas y plantas acuáticas por la entrada de nitratos y fosfatos es el síntoma más evidente de un proceso de eutrofia
La proliferación descontrolada de algas y plantas acuáticas por la entrada de nitratos y fosfatos es el síntoma más evidente de un proceso de eutrofia

Tal y como nos cuenta Maldita.es, la distracción es uno de los métodos más comunes entre los pequeños delincuentes para llevar a cabo sus fechorías. A otra escala completamente diferente, y en línea con los recientes acontecimientos en Ucrania, tampoco es nada raro que un político se embarque en aventuras militares por el extranjero para tapar algún escándalo doméstico -ganando de paso popularidad por el fervor patriótico (afortunadamente cada vez menos)-.

Cuando los impactos inaceptables de una industria la ponen en el ojo del huracán, también es habitual que esta recurra -tras negar primero el problema- a buscar un chivo expiatorio en otro sector. Es el caso de, por ejemplo, el negacionismo del cambio climático: se comenzó negando la evidencia de la subida generalizada de temperaturas, para más tarde indicar que el problema no eran las actividades humanas -principalmente quema de combustibles fósiles- sino factores a cuál más extravagante (presuntos incrementos de la actividad solar, de la actividad volcánica, de los rayos cósmicos y la generación de nubes…). Ahora, por cierto, ya dicen que es demasiado tarde o demasiado difícil o que necesitan más tiempo para crear nuevas tecnologías, así que se puede seguir contaminando como si nada. Todo, con tal de no asumir con naturalidad la necesaria reconversión hacia una actividad sostenible, aunque esta acabe siendo algo más cara para el consumidor y deje menos beneficios para el accionista.

Discurso de Greta Thunberg denunciando el ‘retardacionismo’ e inacción climática

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El caso del colapso ecológico del Mar Menor no ha sido una excepción a estas dinámicas negacionistas. Hace un año y medio ya contamos cómo en pocos meses se pasó de decir que estaba “mejor que nunca” a culpar a las cremas solares y al “agua dulce”, para finalmente aceptar que la contaminación del acuífero del Campo de Cartagena es de origen agrícola, pero situando el problema en el pasado remoto -y reclamando al Ministerio, acto seguido, obras hidráulicas que incrementen aún más el agua para el regadío-. Todo ello elegantemente vestido de “ciencia” y “técnica”, aunque claramente “ciencia basura” de cátedras subvencionadas y con manifiestos defectos metodológicos. Y un claro objetivo de socavar la adopción de medidas de gestión valientes.

Pero han pasado los meses y, pese a las nuevas leyes y regulaciones descafeinadas, durante el verano del año pasado volvió a ocurrir el mismo desastre: en cuestión de un puñado de días aparecieron miles de peces muertos, por un nuevo episodio de anoxia. Una anoxia que primero se trató de negar, señalando a la ola de calor que ocurría por entonces (en contra de la evidencia recogida por sus propios servicios), para poco después volver a dar la matraca con las obras hidráulicas del completamente desprestigiado “Plan de Vertido Cero” -diseñado bajo supuestos de descarga del acuífero infladísimos– y promulgar absurdísimas “prohibiciones” a que el agua siga su curso natural.

Pero lo más desternillante -dentro de la tragedia colectiva- estaba aún por llegar. De mano, cómo no, de la ignomiosa Fundación Ingenio.

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“La Unión Europea dice que el Mar Menor no está eutrofizado”

Pedro Fernández, técnico de la OCA de la Vega Alta, en una conferencia sobre el estado del Mar Menor
Pedro Fernández, técnico de la OCA de la Vega Alta, en una conferencia sobre el estado del Mar Menor

Con los peces muertos aún descomponiéndose sobre la mesa, y apenas dos semanas después de la multitudinaria manifestación de repulsa a la degradación del Mar Menor, la Fundación Ingenio -a través del técnico de la OCA de la Vega Alta, Pedro Fernández- salió a la carga con una campaña desinformativa sin fuste ni parangón en el debate del Mar Menor: negar la eutrofización misma, que toda España pudo ver en riguroso directo con sus ojos -pues la mortandad masiva de peces había abierto los informativos durante los meses de verano-. En su lugar, señalaron al fósforo y la materia orgánica como responsables de esta mortandad ¡¡como si fósforo y materia orgánica fueran algo ajeno al proceso de eutrofización!!

Para defender semejante ocurrencia, se basaron en un mapa suelto del informe de la Comisión Europea de seguimiento de la directiva de nitratos, que a primera vista parece bastante convincente: claramente pone que el estado es “No eutrófico”.

El mapa del informe de seguimiento de la Comisión Europea para el periodo 2016-2019 señala al Mar Menor como "no eutrófico".
El mapa del informe de seguimiento de la Comisión Europea para el periodo 2016-2019 señala al Mar Menor como “no eutrófico”. Fuente: Comisión Europea

¿Dónde está aquí la trampa? Bastante sencillo: se confunde a la opinión pública asimilando “eutrofización” a “nitratos” (y nada más que nitratos, como si los fosfatos fueran un tema aparte), y mezclando “estado trófico” (situación que se tiene en un momento determinado) con “proceso de eutrofización” (el paso de unas aguas cristalinas a una “sopa verde” permanente). El informe europeo se basa solamente en una foto fija, tomada en algún momento entre 2016 y 2019, en el que el Mar Menor justamente no tenía “sopa verde”.

Conviene aquí recordar que el Mar Menor era originalmente una laguna salada oligotrófica (con pocos nutrientes), que fue acumulando más y más contaminantes durante décadas hasta que en 2015-2016 se produjo una primera “sopa verde” -que dejó el fondo marino completamente desierto de vegetación-, y tras la cual se clausuraron el grueso de los vertidos de las desalobradoras ilegales. Este cese de parte de los vertidos, unido al consumo de nutrientes de la columna de agua al volver a crecer la pradera marina, llevó a que en los años 2017 y 2018 el Mar Menor presentara un aspecto espectacular, claramente un “estado no eutrófico” -aunque sí dentro de un “proceso de eutrofia”-. Algo que recoge correctamente el informe de la Comisión Europea, que en el que se llama la atención sobre la desorbitada presencia de nitratos en el acuífero del Campo de Cartagena.

Lamentablemente, con la nueva llegada de nitratos -sobre todo a raíz de un episodio de lluvias torrenciales– y la saturación del fondo marino por la vegetación -incapaz de asimilar más nutrientes-, acabamos viendo una nueva “sopa verde” y colapso ambiental en octubre 2019 -que se repetiría en 2021-.

Todo esto son oscilaciones relativamente habituales en los procesos de transición de aguas cristalinas a aguas verdes, antes de que el verdor se instale para siempre: hablamos de los últimos estertores de una laguna moribunda, salvo que una intervención contundente consiga sacarla de la UCI.

Síntesis de la evolución de las tres fases de eutrofización del Mar Menor. Fuente: Pérez-Ruzafa et al., 2019
La evolución de los niveles de diferentes nutrientes en el Mar Menor muestra claramente una situación excepcionalmente benigna entre mediados de 2017 y mediados de 2019.
La evolución de los niveles de diferentes nutrientes en el Mar Menor muestra claramente una situación excepcionalmente benigna entre mediados de 2017 y mediados de 2019. Fuente: Pérez Ruzafa, 2020
La rápida recuperación de las praderas marinas entre 2016 y 2019 consumió grandes cantidades de nutrientes de la columna de agua, contribuyendo a mejorar su estado trófico.
La rápida recuperación de las praderas marinas entre 2016 y 2019 consumió grandes cantidades de nutrientes de la columna de agua, contribuyendo a mejorar su estado trófico. Fuente: Informe IEO 2020

Por supuesto, para semejante viaje no hacían falta tantas alforjas: todos aquellos que han seguido de cerca el deterioro del Mar Menor ya sabían perfectamente que entre mediados de 2017 y mediados de 2019 hubo esa mejoría pasajera, durante la cual los políticos de turno trataron de sacar pecho sobre una supuesta recuperación casi milagrosa -mientras la contaminación agrícola seguía acumulándose en la biomasa del fondo-.

Lo verdaderamente absurdo del discurso abrazado por la Fundación Ingenio era su anacronismo, su carácter obsoleto, tratando de vender la situación favorable de 2018 (que recogía el informe de la Comisión Europea) como si fuera la situación real en pleno octubre 2021 -justo después de otra dramática sopa verde con toneladas y toneladas de peces muertos-. El colmo del cinismo y la falta de un mínimo de sentido del ridículo.

El entonces Secretario General del Partido Popular, Teodoro García Egea, presumiendo del estado ambiental del Mar Menor en verano de 2018
Tuit de la Fundación Ingenio tratando de colar como una noticia de El País el publirreportaje que han pagado,

El punto álgido de esta cadena de despropósitos ya vino cuando la Fundación Ingenio se anima a difundir este “hallazgo” en forma de publirreportaje a página entera en el diario El País -de tirada nacional-, suscitando las lógicas protestas entre los defensores del Mar Menor.

Para colmo, la susodicha fundación decidió publicar el publirreportaje en la red social Twitter recortando la nota que advertía del carácter patrocinado del artículo -intentando dar a entender que se trataba de una noticia verídica, no pagada por ellos-. La reacción airada de cientos de usuarios de esta red social por el burdo intento de manipulación no se haría esperar.

El diario acabaría reconociendo el “engaño” en su sección de defensor del lector, disculpándose ‘de aquella manera’ ante la sociedad, y denunciando las “artimañas” de la Fundación Ingenio. Un toque de atención a propios y extraños sobre la nula credibilidad de esta organización.

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Erre que erre con el fósforo

Técnico de la CHS tomando muestras de un vertido accidental en la EDAS de Torrepacheco. Los vertidos ocasionales de aguas residuales sin depurar son una fuente de contaminación por fósforo
Técnico de la CHS tomando muestras de un vertido accidental en la EDAS de Torrepacheco. Los vertidos ocasionales de aguas residuales sin depurar son una fuente de contaminación por fósforo

Aunque desde el ‘affaire’ con El País la Fundación Ingenio parece que no ha vuelto a insistir demasiado con la negación de la eutrofización del Mar Menor, y su ya de por sí escaso prestigio se ha visto seriamente manchado, sí ha logrado aparentemente el objetivo de generar un cierto discurso público en torno al fósforo -como otro de los factores desencadenantes del proceso de eutrofización-. Así, por ejemplo, el diario La Opinión de Murcia titulaba hace pocos días “El fósforo y el calor, las sombras negras para el Mar Menor esta primavera” (leer en EPE) -haciéndose eco de las últimas declaraciones de un menguado Comité Científico, del que huyeron numerosos integrantes por la politización del órgano-. También en la visita de la comitiva de eurodiputados, el ultraderechista Jorge Buxadé aprovechó la ocasión para señalar a los fosfatos (y no a los nitratos) de la crisis eutrófica. Y en redes sociales el discurso está a la orden del día entre agricultores, ultraderechistas y cuentas troll.

El motivo de la insistencia con el fósforo es bien sencillo: dado que los fosfatos usados en la agricultura reaccionan con el calcio del suelo y se vuelven insolubles, se suele vincular a esta actividad más con los nitratos -fácilmente lixiviables-. Aunque los fosfatos fijados al suelo sean también arrastrados por las lluvias en superficie, colmatando el fondo del Mar Menor -aspecto que tiende a omitirse-.

Por el contrario, las aguas residuales de origen urbano tienen elevada carga orgánica (que contiene fósforo en cantidad variable, además de nitrógeno, según las dietas) y antiguamente también fosfatos en formas altamente solubles por los detergentes (aunque este uso está prohibido desde 2011). De allí que insistir en el fósforo equivalga a decir: “el problema no es la agricultura, sino las aguas residuales”. Quitarse responsabilidades de encima, vamos.

Los aficionados a la acuariofilia suelen conocer bien las consecuencias del desequilibrio entre diferentes nutrientes.

Para que se desencadene un proceso de eutrofización es precisa la presencia tanto de nitrógeno (importante p.ej. en las proteínas) como de fósforo (membranas celulares, transferencia de energía…). La proporción en que se necesitan es variable según especies de fitoplancton, pero generalmente se acepta la llamada Relación de Redfield: 16 partes de nitrógeno por cada una de fósforo (el carbono puede provenir de la atmósfera, por lo que es menos limitante).

En las aguas de origen agrícola -como ya se ha comentado- suele haber predominancia clara del nitrógeno sobre el fósforo (muy superior a las 16:1), mientras que en los vertidos de aguas urbanas la presencia de fósforo es alta -por lo que la proporción cae drásticamente (muy por debajo de 16:1)-. Algo que, junto a otras técnicas (isótopos, balance de masas, etc.) ha permitido evaluar el papel de una y otra fuente de contaminación en el Mar Menor a lo largo del tiempo.

De gran utilidad para conocer la evolución histórica de la contaminación del Mar Menor es una publicación de Pérez-Ruzafa, Gilabert y otros (sí, los mismos que ahora se prestan a fabricar el titular de prensa) en que se comparan los datos de dos campañas de medición (1988 y 1997) a lo largo y ancho de toda la laguna -y en diferentes épocas del año-, con la finalidad de relacionarlos con cambios en las poblaciones de fitoplancton. La información es meridianamente clara: en 1988 predominaba la presencia de fósforo en los meses de verano (turismo) y junto a los emisarios que vertían aguas sin depurar, siendo los nitratos algo ocasional que solo repuntaba con episodios de lluvia cerca de las desembocaduras de las ramblas (arrastres de fertilizantes en superficie). Por el contrario, en 1997 el predominio del nitrato era absoluto, ya no se limitaba a los episodios de lluvia torrencial (descarga del acuífero sobreelevado, desalobradoras…) y los fosfatos se habían reducido muy notablemente por la construcción de las primeras grandes depuradoras -siendo su repunte estival más ligado a la resuspensión desde el fondo-.

En otras palabras: aunque en los años 80 era totalmente cierto que la contaminación era predominantemente por vertidos urbanos, la situación cambia radicalmente en los 90 por la introducción de la depuración y la puesta en regadío masiva de todo el Campo de Cartagena -al completarse las obras del Trasvase Tajo-Segura y perforarse infinidad de pozos para obtener caudales adicionales-. Pero algunos esquemas mentales, por lo visto, no quisieron actualizarse con los tiempos y tratan de vender la imagen de hace 40 años.

El portal CanalMarMenor publica regularmente datos de analíticas de aguas superficiales drenando al Mar Menor
El portal CanalMarMenor publica regularmente datos de analíticas de aguas superficiales drenando al Mar Menor

A día de hoy, si bien es cierto que se ha producido una burbuja inmobiliaria y la infraestructura de alcantarillado ha envejecido con muy pobre mantenimiento, el cambio observado es todavía más drástico. Se han implantado sistemas de depuración más avanzados -con eliminación de nutrientes- y además se reutiliza para riego el agua regenerada. Como ya se ha señalado antes, también se han prohibido los fosfatos en detergentes. Y los tanques de tormentas han ayudado a prevenir algún que otro vertido -pese a las críticas recibidas-. ¿Resultado? Se puede leer en el portal CanalMarMenor: las mediciones de fosfatos que tanto preocupaban a ciertos miembros del Comité Científico -citados por La Opinión- a principios de febrero representan 4,72 kg PO4/día, mientras que el nitrato sube a 2.523 kg NO3/día. Es decir, una relación N:P de 370:1. Muuuuy por encima de los 16:1 de Redfield.

Obviamente, al ser el fósforo el factor limitante para el crecimiento del fitoplancton, cualquier repunte en su vertido puede ser motivo de preocupación y todo vertido urbano debe evitarse -si bien, como ya se ha indicado, se sabe desde hace tiempo que el mayor problema es la resuspensión del fosfato que hay en el fondo-. Pero si se mira la serie histórica de datos de los últimos años no se aprecia anomalía alguna ni tendencia al alza: el titular de los fosfatos es un mero constructo para la ocasión, probablemente con motivo de la visita de los eurodiputados.

Vista esta evolución, de una contaminación dominada por el fósforo urbano a una dominada por el nitrato agrícola gracias a la mejor depuración urbana, no dejan de ser llamativas las lamentaciones de la patronal agraria COAG-IR presentándose su sector como “el único que ha mejorado de forma urgente y drástica sus prácticas, una vez conocido el daño que se ocasionaba” mientras que “el resto de actores causantes del estado actual del Mar Menor no han enmendado sus impactos de forma significativa”. Porque la realidad es justo la contraria: las principales y más urgentes mejoras las ha costeado el vecino de a pie, en su recibo de agua y saneamiento, mientras el presidente de COAG-Cartagena se dedicaba a agredir a los funcionarios de la CHS que taponaban el salmueroducto de las desalobradoras ilegales.

Fotograma del vídeo de la agresión de Vicente Carrión (COAG-Cartagena) a un operario de la CHS
Fotograma del vídeo de la agresión de Vicente Carrión (COAG-Cartagena) a un operario de la CHS

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Indudablemente queda muchísimo trabajo por hacer en todos los sectores, y por muchos motivos urge meter orden en el caos urbanístico o las embarcaciones a motor que dañan el fondo marino. Y sí, también hará falta pensarse mucho la forma de repartir el esfuerzo económico de una reconversión del sector agrario -de compensar a propietarios especialmente afectados (banda de 1.500m) y recolocar a temporeros desempleados, entre otros muchos detalles-, si no queremos lanzar a los afectados a los brazos del populismo ultraderechista (que indudablemente obstaculizará las soluciones).

Sin embargo, no debemos perder de vista ni un momento dónde está el problema principal (con mucha diferencia). Ni olvidar que todos estos discursos con información manifiestamente falsa y sesgada de la Fundación Ingenio y sus secuaces buscan un objetvio perverso, que ya enunció en su momento la industria tabaquera: “La duda es nuestro producto, ya que es la mejor manera de competir con las evidencias que existen en la mente del público en general”.

Más claro, el agua del Mar Menor antes de la llegada de los nitratos y fosfatos.

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AMPLIACIÓN PARA MENTES CURIOSAS

Resumen gráfico de la nueva publicación. Fuente: Pérez Ruzafa et al. (2022)

El texto antecedente fue publicado el 5 de marzo de 2022. Apenas unas semanas después vio la luz un nuevo trabajo de Pérez-Ruzafa et al. de gran interés, analizando los episodios de mortandad masiva de 2019 y 2021. En él se aportan mediciones más recientes de la concentración de nutrientes, destacando una nueva inversión de la relación N:P en las aguas de la laguna -que pasa a estar dominada por el fósforo la mayor parte del tiempo, salvo en los episodios de lluvias fuertes-. Pero, muy especialmente, se explica cómo la pérdida de una determinada especie de medusa (activa normalmente en verano) ha supuesto una drástica pérdida de capacidad de autorregulación del Mar Menor.

Nos encontramos, por tanto ante una nueva fase en la dinámica de los contaminantes: si en los años 80 dominaba el fósforo por los vertidos urbanos, y a finales de los 90 el nitrógeno por los vertidos agrícolas (salmueras principalmente) junto a la mejor depuración de las aguas residuales urbanas, desde el cierre de las desalobradoras ilegales en 2016-17 vemos que dentro de la laguna vuelve a haber -normalmente- un predominio del fósforo. Aspecto que requiere alguna explicación adicional puesto que, como indicamos más arriba, en el agua que entra al Mer Menor sí que sigue habiendo un clarísimo dominio de los nitratos (“relación N:P de 370:1. Muuuuy por encima de los 16:1 de Redfield”).

En primer lugar, cabe tener en cuenta el diferente destino del nitrógeno y del fósforo que entran en la laguna. La relación de Redfield es simplemente la cantidad de uno y otro elemento que “consume” el fitoplancton al crecer, pero que luego al morir vuelve a liberarse al medio. Sin embargo, existen otras dinámicas adicionales de estos nutrientes, destacando el proceso de nitrificacióndesnitrificación (microorganismos convierten el NH4+ en NO3-, y el NO3 [ión nitrato] en N2 [nitrógeno gas] para tomar el oxígeno y “respirar”) y la cristalización y precipitación (el PO4-3 [ión fosfato] reaccionando con el calcio Ca+2 y el magnesio Mg+2 formando cristales que caen al fondo). Es decir: el nitrógeno se libera en forma de gas a la atmósfera consumiendo materia orgánica, mientras que el fósforo precipita consumiendo calcio y magnesio y se acumula en el sedimento.

Esquema aproximado del ciclo de los nutrientes en el Mar Menor. Fuente: Elaboración propia

Sin embargo es importante resaltar que, a diferencia del crecimiento de la biomasa -que retira esos nutrientes del agua según la relación de Redfield-, los ritmos de la desnitrificación del nitrato y de la precipitación del fosfato son muy diferentes, en función de las condiciones ambientales. Pero generalmente es más rápida la desnitrificación. Además, el fosfato puede resuspenderse (en condiciones ácidas, por ejemplo), mientras que el nitrógeno gas ya no vuelve al agua como nitrato.

Mientras las desalobradoras ilegales estaban en funcionamiento (1995-2016 aprox.), el volumen de vertido de nitratos a la laguna era de tal calibre que superaba con creces el hecho de que la desnitrificación sea más rápida que la precipitación del fósforo. Este último de hecho era consumido casi íntegramente por el crecimiento dramático de la biomasa, y aún quedaba nitrato en exceso en la columna de agua para que las mediciones de Pérez-Ruzafa mostraran una relación N:P elevada.

Tras el cierre de las desalobradoras y el consiguiente cese de los vertidos de salmueras, así como con la puesta en marcha del bombeo del Albujón, el volumen total de nitratos que entran ha bajado lo suficiente como para que vuelva a notarse la mayor velocidad de desnitrificación respecto a la precipitación del fosfato -que también parece haberse visto influida por la dinámica de las praderas marinas-. Pese a que el agua que entra contiene mucho más nitrógeno que fósforo, este primero se consume mucho más rápidamente que el segundo, hasta volverse testimonial en la columna de agua. El fosfato queda libre y por ello las campañas recientes de Pérez-Ruzafa detectan mayor presencia de P, y una relación N:P baja.

Pero, en situaciones puntuales como lluvias torrenciales o rotura del bombeo del Albujón, el ritmo de entrada de nitratos vuelve a acelerarse notablemente. Y esta entrada repentina de nitratos se encuentra con todos los fosfatos disueltos que ya había en la columna de agua, generando por un tiempo condiciones ideales para una nueva “sopa verde” -que, al matar a las praderas del fondo, se realimentaría por liberarse aún más nutrientes a la columna de agua-. Esto es lo que, al parecer, ocurrió tras la DANA de 2019 y en el episodio de mortandad masiva de 2021.

Concentración de los principales nutrientes en el Mar Menor, entre 2019 y 2021. Fuente: Pérez-Ruzafa et al., 2022

Llegados a este punto, cabe hacerse una pregunta muy pertinente: si la construcción de depuradoras ha reducido drásticamente la entrada de fosfatos primero, y el cierre de las desalobradoras ilegales ha hecho lo propio con la entrada de nitratos ¿cómo es que ahora tenemos estos episodios de mortandad masiva de peces, que no había antes de 2016?

La respuesta, como no podía ser de otra manera, está en el deterioro de la capacidad de autorregulación que ha sufrido el Mar Menor a raíz de la primera “sopa verde”. Durante las primeras décadas el exceso de nutrientes no sólo fue absorbido por las praderas marinas, sino muy destacadamente por las plagas de medusas, que se alimentaban del fitoplancton y mantenían a raya su proliferación excesiva. Al quedar sus poblaciones diezmadas (igual que las de otros organismos filtradores, como las nacras), cualquier pequeña entrada de nutrientes se encontraba con vía libre para la multiplicación incontrolada del fitoplancton.

La presencia de medusas, particularmente durante los meses estivales (con mayor riesgo de eutrofia), se ha visto drásticamente reducida por la ‘sopa verde’, dejando vía libre al crecimiento descontrolado del fitoplancton. Fuente: Pérez-Ruzafa et al. (2022)

Este hecho es, precisamente, el que ha dado nombre a la referida publicación de Pérez-Ruzafa: “Nutrient overload promotes the transition from top-down to bottom-up control and triggers dystrophic crises in a Mediterranean coastal lagoon” (traducido al castellano: “El exceso de nutrientes promueve la transición de un control ‘de arriba a abajo’ [de depredador a presa] a uno ‘de abajo a arriba’ [limitado por la producción primaria] en una laguna costera mediterránea”).

Afortunadamente, durante el pasado verano de 2022 se han dado algunos indicios de su recuperación, lo que podría dar ciertas esperanzas en la recuperación de un ecosistema estable y autorregulado, capaz de hacer frente a pequeñas perturbaciones. Mientras tanto, toca seguir trabajando en reducir la entrada tanto de nitratos -factor limitante ahora mismo- como de fosfatos -que actúa de limitante en momentos de grandes vertidos puntuales-, reparar redes de alcantarillado, retener en lo posible el agua y el suelo, eliminar la sobrefertilización y evitar a toda costa que se apilen estiércoles y otros fertilizantes durante la temporada de lluvias torrenciales.

Tomando las medidas adecuadas y dándole tiempo, tal vez todavía podamos recuperar el Mar Menor. Pero, si lo conseguimos, será muy a pesar de quienes han dedicado tantísimos años a intoxicar a la opinión pública.

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